Ciudades inteligentes: las mejores del mundo no sólo adoptan nuevas tecnologías, sino que las ponen al servicio de los ciudadanos

Las ciudades se están volviendo rápidamente "inteligentes", y el impacto en la vida de las personas puede ser inmenso. Las cámaras de tráfico inteligentes de Singapur restringen el tráfico en función del volumen y facilitan los desplazamientos de miles de pasajeros cada día. En Kaunas (Lituania), el coste del aparcamiento se deduce automáticamente de las cuentas bancarias de los conductores cuando aparcan sus coches. En muchas ciudades, el horario de los autobuses públicos se anuncia en cada parada con una precisión casi perfecta. Y ya se puede acceder a WiFi gratuito en ciudades enteras, como Buenos Aires (Argentina) y Ramala (Palestina). Hoy en día, la mejora de los servicios urbanos mediante la transformación digital es una industria enorme, dominada por empresas como Cisco e IBM. Pero la idea de una "ciudad inteligente" abarca algo más que la aplicación inteligente de la tecnología en las zonas urbanas. Esa tecnología también debe contribuir a que las ciudades sean más sostenibles y a mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Por eso, un equipo de investigadores del IMD (Suiza) y del SUTD (Singapur), entre los que me encuentro, ha elaborado el Índice de Ciudades Inteligentes. Por primera vez, intentamos evaluar la percepción que la gente tiene de la tecnología -en contraposición a la calidad de la propia tecnología- como forma de caracterizar la "inteligencia" de una ciudad. Para ello, realizamos una encuesta masiva entre los ciudadanos de 102 ciudades, con el fin de evaluar en qué medida valoraban positivamente la tecnología que se ponía a su disposición.

Problemas de percepción

París, por ejemplo, es una ciudad que se ha embarcado en un ambicioso proyecto para rediseñar su paisaje urbano. La iniciativa -denominada Reinventer Paris- empezó recibiendo sugerencias de los ciudadanos sobre cómo utilizar y renovar edificios obsoletos y en desuso. Al mismo tiempo, el programa público de bicicletas compartidas velib introdujo unas 14.000 bicicletas de uso regular en toda la ciudad, con el objetivo de aliviar la congestión y reducir la contaminación.
Pero cinco años después de su introducción, los ciudadanos siguen sin notar los beneficios. Nuestro índice de ciudades inteligentes sitúa a París en el puesto 51 de 102 ciudades del mundo, en cuanto a la capacidad de la tecnología de la ciudad para mejorar la vida de los ciudadanos. Nuestros participantes de París dieron a su ciudad una baja puntuación de 22 sobre 100 -donde cero indica total desacuerdo y 100 significa completo acuerdo- en respuesta a la afirmación de que "la contaminación atmosférica no es un problema". En cambio, los ciudadanos de Zúrich dieron a su ciudad una puntuación de 60 en respuesta a la misma afirmación. Y aunque Reinventer París se diseñó específicamente para ser un proceso participativo ascendente, los parisinos dan una puntuación de 36 sobre 100 a la afirmación de que "los residentes aportan su opinión sobre los proyectos del gobierno local". En comparación, la ciudad de Auckland recibió una puntuación de 71 de sus residentes, lo que la sitúa en el sexto puesto de la clasificación general.

Panorama general

Sólo en la medida en que las tecnologías digitales marquen una diferencia significativa en la vida de las personas, las ciudades podrán llegar a ser eficientemente inteligentes. Nuestra clasificación sitúa a Singapur, Zúrich, Oslo, Ginebra y Copenhague entre las cinco primeras, seguidas de Auckland, Taipéi, Helsinki, Bilbao y Düsseldorf. Las ciudades que ocupan los últimos puestos de la clasificación son todas ellas economías en desarrollo o mercados emergentes, como Bogotá, El Cairo, Nairobi, Rabat y Lagos. Nos sorprendió comprobar que ciudades muy conocidas en todo el mundo por su adopción de las nuevas tecnologías no ocupaban los primeros puestos de la clasificación. Este fue el caso de varias ciudades de China -que han recibido intensas inversiones del gobierno chino para aumentar su acceso a la tecnología-, como Nanjin (puesto 55), Guangzhou (57) y Shanghai (59). Asimismo, Tokio aparece en el puesto 62, Nueva York en el 38 y Tel Aviv en el 46.

Más pequeño, más inteligente

Las ciudades inteligentes sólo tienen sentido cuando la tecnología satisface las necesidades de los ciudadanos. Un sistema de bicicletas compartidas sólo parecerá útil si la infraestructura de la ciudad facilita el uso de la bicicleta; y créanme, sólo los valientes se atreverían a cruzar la plaza Charles de Gaulle de París a mediodía en bicicleta. Al mismo tiempo, la gente reconoce cuando la tecnología resuelve un problema, porque su vida mejora. En un amplio estudio de 16 ciudades -publicado en nuestro nuevo libro Sixteen Shades of Smart- descubrimos que Medellín se ha convertido en una ciudad inteligente de gran éxito porque la tecnología se dirige al principal problema de los ciudadanos: la seguridad. Del mismo modo, sin una inversión masiva, el WiFi público de Ramala ha hecho más por sus habitantes, al proporcionarles acceso al mundo exterior en una ciudad amurallada, que cualquier sistema de control de la contaminación atmosférica. También hemos comprobado que a las grandes ciudades y megaciudades les cuesta convertirse en inteligentes. La mayoría de las ciudades que encabezan nuestra clasificación son ciudades de tamaño medio. Es fácil extender los beneficios de la tecnología a los habitantes de San Francisco (número 12, con 884.000 habitantes) y Bilbao (novena, con 350.000 habitantes); pero es mucho más difícil hacer lo mismo en Los Ángeles (35ª, con 4 millones de habitantes) y Barcelona (48ª, con 5,5 millones de habitantes). En el mundo hay 29 ciudades con más de 10 millones de habitantes (incluida su área metropolitana), y se prevé que esa cifra aumente a 43 en 2030. Las diferencias entre ciudades -incluso las del mismo país- seguirán aumentando, a medida que los dirigentes busquen soluciones digitales a los problemas urbanos. Pero la verdadera prueba será si los ciudadanos perciben los beneficios.La conversación Arturo Bris, Profesor de Finanzas, Instituto Internacional para el Desarrollo de la Gestión (IMD) Este artículo ha sido publicado por The Conversation bajo licencia Creative Commons. Lea el artículo original.